Ponencia de
Peter Landelius





LATINOAMÉRICA ANTE LAS CRISIS

(Peter Landelius, Madrid/Euroamérica 2009-06-16)

1. Los cambios anteriores

La década comienza en crisis y termina en crisis. La asiática golpeó fuertemente en América Latina, tanto por la incertidumbre financiera como por la baja de los precios de materias primas. Sin embargo, las diferencias entre los diversos países fueron considerables. Esto se debió principalmente a las políticas macroeconómicas que precedieron la crisis. En el caso de Chile, si la apertura comercial y financiera no conllevó a una mayor vulnerabilidad fue por haber establecido unas normas financieras y monetarias adecuadas y por tener sus cuentas fiscales en buenas condiciones al estallar la crisis. En el otro extremo estaba Argentina, encerrada en su caja de dólares, con unas finanzas públicas mal administradas y una balanza exterior en desequilibrio. La economía brasilena fue fuertemente sacudida por causa de su alto endeudamiento. México salió menos herida aquella vez, gracias a su cercanía a la economía norteamericana.

Los efectos políticos de la crisis variaron en consecuencia. Venezuela y Argentina cambiaron de rumbo. Ecuador entró en un largo período de inestabilidad. Otros se recuperaron sin sacudidas mayores pero optaron por protegerse mejor contra futuras crisis con fondos de estabilización y de otras maneras.

A partir del 2002 volvimos al crecimiento. La globalización acelerada trajo una sobreexpansión en el mundo entero. Entre 2003 y 2007 la región creció más que en los anteriores 40 años. El porcentaje fue particularmente alto en Venezuela y Peru por los precios de materias primas, y en Argentina por la profundidad de su baja anterior. Sin embargo, las economías latinoamericanas no crecieron tan rápido como las de gran parte de Asia y Africa.
Por otro lado, cuando estalla la crisis financiera de 2008, sus efectos demoraron en llegar a América Latina, en gran parte porque sus sectores bancarios estaban menos expuestos a los nuevos instrumentos del mercado financiero. Por lo tanto, la crisis golpea la región más bien por sus efectos secundarios y su impacto conyuntural. En vista de la fuerza de China e India, se llegó a hablar de un descoplamiento de las economías emergentes. Esta tesis puede haber sido prematura, pero hoy las economías asiáticas parecen recuperarse antes de los demás países industrializados. Si es así, el fenómeno tendrá buenos efectos en América Latina. Ya estamos viendo alzas significantes en las bolsas de Brazil y Chile. La economía peruana no dejó de crecer, aunque fuera a un ritmo reducido.

La economía chilena sigue siendo la mejor equipada para enfrentar la crisis. Sus instituciones financieras son sólidas, la capitalización bancaria ha aumentado, el banco central es independiente, la legislación de ha ido adaptando a las normas de la OCDE. Las reservas son grandes, la deuda es baja, los fondos soberanos del estado son sólidos y las reservas permiten un masivo gasto fiscal para sostener el consumo y la inversión.

Aún así, la cesantía aumenta. Lo más me preocupa es una burbuja de la que se habla poco pero que existe, y no sólo en Chile sino en otras partes de la región y hasta en EEUU: la de los créditos de consumo. La creciente clase media en Chile consume a crédito y todos los grandes comercios se sostienen a base de sus propias tarjetas de crédito. Nadie sabe todavía la magnitud de este problema.
Así es que una globalización acelerada y descontrolada ha sido intterrumpido no sólo por la previsible (aunque no por todos prevista) baja cíclica del 2007 y la extraordinaria crisis financiera del 2008- Esta histórica combinación pone el mundo y la región ante considerables dificultades:

· Las tensiones geopolíticas por la escasez de recursos
· La anarquía de un gigantesco mercado financiero global
· Los instrumentos legales internacionales inadecuados
· Las tensiones sociales y políticas internas.

2. Los recursos naturales

En esta situación, lo que hasta ahora ha sido y es el talón de Aquiles de América Latina -- la dependencia de las materias primas -- constituye más bien una ventaja. El petróleo de Venezuela, México, Trinidad, Ecuador y Brasil, el gas de Bolivia y Argentina, el potencial hidroeléctrico de los países andinos y de las cuencas tropicales, la capacidad nuclear de Brasil y Argentina; y la pampa Argentina, los campos brasileños y la corriente de Humboldt que da riqueza a la costa del Pacífico. Por ende, el subsuelo marítimo no sólo mueve a las potencias del Polo Norte sino que crean nuevas oportunidades y problemas para los eternos conflictosm limítrofes entre Chirle, Perú, Bolivia y Ecuador.

Gracias a tantos recursos atractivos, América Latina está ganando nuevas amistades. A sus tradicionales amigos de Europa y Norteamérica se unen países como Japon, China, Rusia, Iran, India, Nueva Zelandia. Ya se nota en las estadísticas comerciales y crecientemente en los flujos de inversión. Por ahora, el motivo es claramente económico. Ni rusos ni iraníes pueden albergar otros motivos en esta región, por mucho que lo pretenda algun caudillo regional o alguna prensa ávida de noticias.

Al mismo tiempo, la energía es un tema de suma importancia entre los mismos países lationoamericanos. Brasil y Chile tienen notorios problemas de abastecimiento y necesitan importar más energía de sus vecinos más dotados: Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Argentina. Falta encontrar el nivel adecuado para organizar un mercado regional o al menos subregional de energía. Los grandilocuentes proyectos de unidad latinoamericana abundan de ambiciones políticas y carecen de concreción práctica. Al mismo tiempo, los arreglos bilaterales de empresa a empresa o de país a paístropiezan con obstáculos a menudo causados por la situación interna de cada uno: el gas argentino a Chile, el petróleo ecuatoriano o la hidroeléctrica paraguaya para Brasil, el gas boliviano para ambos.

Brasil y Argentina están reavivando sus programas de energía nuclear. Chile se ha atrazado en este tema, pero creo que el próximo presidente, sea Frei o Piñera, lo resolverá. En esta parte del mundo el tema nuclear no parece presentar mayores problemas de seguridad nacional.

3. Anarquía e instituciones

Por ahora no veo qué se puede esperar de la necesaria pero dificilísima reforma del mercado financiero a nivel mundial. Los tradicionales países industrializados tienen que adaptarse rápido a las nuevas realidades. Como miembros del G20, Brasil y México tienen un rol creciente en el debate del futuro.

En este contexto hay que recordar que sólo Brasil puede pretender a un liderazgo regional y que hasta ahora no lo ha establecido. Por los cambios de poder relativo en la economía mundial, Brasil ha tomado un lugar más preponderante como el país más grande de su región. Su calidad de potencia emergente es reconocida dentro y fuera de Latinoamérica. Curiosamente, todavía tiene dificultad en asumir el papel. Sea por motivos ideológicos o por conveniencia, Lula se muestra deferente ante su colega venezolano. A sus demás vecinos los trata a veces con poca delicadeza, priorizando intereses de corto plazo ante las necesidades de un liderazgo continental.

Expuesto a la tremenda influencia de la economía norteamericana a través de NAFTA, México tiene muchos moticos -- tanto económicos como políticos -- para desarrollar sus relaciones con Sudamérica. Se le nota una diplomacia activa en este sentido, pero aún está lejos de poder pretender a una influencia regional.

Venezuela será un factor de peso en una situación donde el petróleo puede convertirse en una especia de moneda de reserva al estilo del oro frente a un dólar debilitado por la gigantesca deuda nacional y un eujro todavía incipiente como alternativa. En versión chavista, Venezuela busca instrumentalizar la cooperación regional contras el adversario imperial que el régimen necesita para monilizar las masas. El petróleo y sus ingresos hacen imposible ignorar la diplomacia venezolana, si bien no siempre se concreta en el terreno económico. Venezuela y sus amigos del ALBA tienen planes políticos más que proyectos prácticos. Como instrumento comercial, ALBA no tiene más relevancia que los sistemas de trueque que surgieron en Buenos Aires tras la caida de De la Rúa.

Chile puede felicitarse por ser el mejor alumno de la clase pero su tamaño no le da peso suficiente en estas lides. Sin embargo, su presencia en la OCDE será un factor más para la confianza que merece el país por la buena gestión de sucesivos gobiernos. Es difícil señalar otros países significantes para el tema en la región. Argentina ya era conocida como poco confiable, y ahora más.

La cooperación regional ha retrocedido. El Pacto Andino nunca fue gran cosa y Mercosur ya no cuenta mucho si quiera entre Brasil y Argentina. La nueva estrella regional, UNASUR, fue creada por Brasilia como instrumento de su ambición creciente pero todavía no tiene ni secretaría permanente ni planes para el futuro. Chile se ocupa de mantener en marche los nuevos mecanismos pero queda por ver si logra llenarlos de contenido. La próxima cumbre en agosto, prevista para Valparaíso, será trasladada a Quito para complacer al presidente Correa. Pwero Nestor Kirchner, único candidato a secretario general, todavía parece muy ocupado en casa como para tener el tiempo necesario. La mediación exitosa rn rl cpnflicto interno de Bolivia es uno de los contadísimos éxitos de UNASUR. Me pregunto si fue producto de la nueva institución o de la influencia brasileña y la diplomacia chilena.

4. La acumulación primitiva del bienestar

América Latina tiene la distribución de ingresos y patrimonios más desigual del mundo. El coeficiente Gini no ha mejorado ni en los últimos cinco años de rápido crecimiento económico. Además, este crecimiento apenas ha ido a la par con el ritmo demográfico. No obstante, algunos países han logrado reducir la pobreza, más notablemente Chile. Los métodos para combatirla también han mejorado sustancialmente en Brasil y México. Los resultados en Venezuela y Argentina son más difíciles de evaluar.

Si podemos hablar de una "acumulación primitiva del bienestar" es porque muy pocas de las medidas han adquirido carácter permanente. Estos estados no tienen todavía la fuerza necesaria para convertir las medidas ad hoc en derechos. Se trata de bonos para la familia, para la educación, para la vivienda, bonos de mergencia. Los impuestos de los estados latinoamericanos siguen siendo bajos en cualquier comparación internacional, y las necesidades de inversión en educación y salud pública siguen siendo inadecuadas.

Chile, una vez más, es el más exitoso del grupo. Si el gobierno de Lagos se distinguió por sus avances en infraestructura de comunicaciones, el de Bachelet ha tenido importantes logros en salud pública, viviendas sociales y otras medidas para combatir la pobreza. Ambos han trabajado con éxito para modernizar el sistema jurídico, tanto en lo penal como en lo civil.
Ni siquiera el sistema chileno de jubilación, si bien ha encontrado admiración universal, basta para cubrir las necesidades presentes y aún menos las del futuro. Por su parte, Argentina acaba de echar para atrás con su nacionalización de las cajas de ahorro para la jubilación, lo que en la jerga vigente equivale a un robo para la corona. Los cambios demográficos constituyen un problema en el mundo entero, también en Latinoamérica. No es tan inminente como en Europa: todavía tienen una ventana de oportunidad de un par de décadas.

Las deficiencias sociales no sólo afectan la capacidad de desarrollo y de competir en un mundo globalizado mediante una buena educación y una comprensiva salud pública. Sus implicancias políticas causan cada vez más preocupación. No es la miseria la que crea las revoluciones sociales, sino los cambios en la condición de vida de la gente. Las últimas décadas significan un avance histórico. La caída del muro de Berlin tiene su corolario en América Latina y se abrieron las grandes alamedas de la democracia. Con la excepción de Cuba, todos los países de la región tienen gobiernos legitimados por elecciones libres.

La democracia tiene sus exigencias. El tema clave de la región es la disyuntiva entre exclusión e inclusión. La democracia no tiene credibilidad, por no decir legitimidad, si grandes segmentos de la población están excluidos del progreso. Muchos países sienten como el Perú la presión de las ambiciones populares, el malestar de las expectativas. Los dirigentes no pueden permitirse el lujo de ignorarlo.

En Venezuela, Ecuador y Bolivia, toda una clase política ya perdió su credibilidad y tras ella se han instalado gobiernos que han sido llamados populistas, caudillistas, peronistas, refundacionistas y hasta socialistas. Cada uno tiene sus propias características, porque ni los personajes ni las circunstancias ni los países son iguales. En comun está el hecho de tener un único lider carismático, un notable respeto por las formalidades democráticas y al mismo tiempo una predilección por la llamada democracia directa. También los caracteriza un nacionalismo económico que se nutre más del resentimiento hacia EEUU que del miedo a una globalización apenas conocida. Si a eso añadimos un parlamento que con gusto entrega sus propias facultades constitucionales al presidente, una militarización del estado, una creciente represión a los medios, a los opositores y hasta en sus propias filas, más una difusa ideología con elementos racistas y nacional-socialistas, el régimen de Chávez se parece bastante al fascismo clásico.

Concientes de sus particularidades, los demás gobiernos de la región son tratan a estos colegas con cierta deferencia. Primero, porque quieren mantener aunque sea la ilusión de unidad latinoamericana. Segundo, porque respetan el valor del petróleo y del gas. Y tercero, porque saben que los mensajes de un Chávez o un Morales pueden tener resonancia en sus propios países. La democracia, si no avanza, retrocede. La ideología indigenista se hace sentir en el Perú y hasta en Chile. La dictadura cubana, más longeva que la del Doctor Francia en Paraguay, sigue moviendo peones donde puede. No tiene la influencia de antaño pero hay que contar con su nuisance value. Lo mostró en la cumbre de Puerto España.

5. Conclusión

Europa sigue siendo el amigo fiel en los ojos de muchos latinoamericanos, en primer lugar España pero en resumidas cuentas toda la Unión Europea. Sin embargo, hay preocupación en América Latina de que los nuevos miembros de la Unión pueden competir con los latinoamericanos por el interés y los recursos de las grandes economías europeas. La Unión Europea, por su parte, tiene que entender que su estratégia de negociar de región a región ha fallado en esta parte del mundo. Antes que nosotros, Estados Unidos tuvo la misma experiencia con el ALCA y decidió proceder país por país. Ante una situación tan compleja y fluida, tanto en lo internacional como en lo regional, es obvio que una institución como la Fundación Euroamérica siga vigente y necesaria.